COMERCIOS DE LA CALLE ANCHA.- La vocación
marítima-comercial de Sanlúcar se enraíza en la Alta Edad Media, sobre
todo cuando la villa empieza a poblarse fuera de sus murallas, y
concretamente en la zona del Barrio Bajo. Comerciantes extranjeros y
foráneos se instalan al amparo de los privilegios concedidos por los
Guzmán, Señores de la Villa y de la Ciudad. Por la Cuesta de Belén,
Bretones y Truco, se abren las tiendas y casas de los comerciantes hasta
desembocar en la calle Larga de los Mesones, pasando por la entonces
gran plaza de la Ribera, que quedará dividida en el siglo XVIII al
erguirse el edificio del Cabildo. En la misma centuria se construye el
Mercado de Abastos, que propiciará la apertura de tiendas en la calle
Trascuesta y restará paulatinamente protagonismo comercial a la calle
Bretones. El Puerto de
Sevilla, después el de Cádiz y la pérdida de las colonias hace
disminuir el flujo comercial y Sanlúcar se abandona sin
buscar más alternativa en la vitivinicultura y, en la venta y expansión
comercial del vino.
A pesar
de todo, la calle Ancha continúa siendo la calle principal y la más
comercial; como consecuencia la más afecta al cambio de fisonomía por
imperativo de la moda, que a veces se ha comportado agresiva con el
medio; imponiéndose no sólo diseños estandarizados por bancos y
franquicias de lejana procedencia, sino también pastiches propios.
Entre los comercios de finales del siglo XIX, cabe destacar por haber
perdurado a través de varias generaciones hasta hoy día: “La X, 4”,
“Rosarito Lora”, dos mujeres protagonizarán el nacimiento de estos
comercios, y “Casa López”.
Otros establecimientos comerciales, existentes desde 1900, desaparecerían: ultramarinos (“San José”, “Las Baleares” o “Plus Ultra”…), tiendas de tejidos y quincallas (Carrascosa, “Sáenz y Cia”, Celestino Ridruejo, Morgado, “Martínez y Cia”), de loza fina (Montferrer), ferreterías (Carrascosa, Latorre), barbería (Isla), casinos y clubes, sastrerías (Mosquera, Hoyos, Cañero), sombrererías (Benavente, Llera), cervecerías ( Arraigosa, “El Munich”), confiterías (Federico Pozo, J. Pampín…), droguerías (Ca- macho…), bares con vela- dores en la calle y el viejo Teatro Principal. Distinto tratamiento toca a las far- macias por ser un laboratorio con mostrador y cuyos titulares tenían otro perfil cultural: Durán, Lucas More- no…); lástima que algunas no se hayan conservado tal cual, como en otras ciudades.
Otros establecimientos comerciales, existentes desde 1900, desaparecerían: ultramarinos (“San José”, “Las Baleares” o “Plus Ultra”…), tiendas de tejidos y quincallas (Carrascosa, “Sáenz y Cia”, Celestino Ridruejo, Morgado, “Martínez y Cia”), de loza fina (Montferrer), ferreterías (Carrascosa, Latorre), barbería (Isla), casinos y clubes, sastrerías (Mosquera, Hoyos, Cañero), sombrererías (Benavente, Llera), cervecerías ( Arraigosa, “El Munich”), confiterías (Federico Pozo, J. Pampín…), droguerías (Ca- macho…), bares con vela- dores en la calle y el viejo Teatro Principal. Distinto tratamiento toca a las far- macias por ser un laboratorio con mostrador y cuyos titulares tenían otro perfil cultural: Durán, Lucas More- no…); lástima que algunas no se hayan conservado tal cual, como en otras ciudades.