Bath fue fundada como un complejo termal por los romanos, en el año 43 d.C. construyendo un complejo y un templo en las colinas adyacentes en el valle del río Avon alrededor de las fuentes termales. Tiempo después, se popularizó por sus aguas termales durante la época georgiana, siendo el tradicional cobijo de la nobleza y realeza británica, lo que propició su expansión y dejó un reconocido legado arquitectonico georgiano en la ciudad para cuya construcción se utilizó la famosa piedra de Bath. Desde 1987, Bath es Patrimonio de la Humanidad.