


Puntuales, como cada año, fueron muchos los devotos que se
concentraron a las puertas de la Iglesia de La Almadraba para recibir a
la Virgen del Carmen en su salida anual y desear suerte a una her- mandad
que,
esperaba impa- ciente la salida en procesión, la entrada en la playa, la
misa en su honor y en el encuentro de Ella otro año más.
A su llegada a la playa, cientos de fieles esperaban la
celebración de la ceremonia, protagonizada por una homilía a la
esperanza en tiempos difíciles y en la que no faltó el arte del Coro del
Rocío y de la banda de música poniendo compás a todo el recorrido de la
Virgen del Carmen.

El momento más emotivo, como cada año: su llegada al mar.
El levante obligó a sumergir a la Virgen unos metros más allá del
espigón ante centenares de fieles que no quisieron perderse una de las
tradiciones más queridas por los ceutíes.
Sobre un man- to de rosas, los costaleros, una hornada joven apunta- lada
por los más vetera- nos, tuvieron que situarse más cerca del Tarajal, unos
metros más allá de donde se suele sumergir tradicionalmente a causa de
las olas provocadas por el temporal de levante. Pero se sumergió. Al
grito de guapa. Varias veces. Cuatro. Entre aplausos, piropos y
peticiones en silencio. Luego, procesión por las barriadas más cercanas.